martes, 21 de julio de 2009

REAL MONASTERIO DE LA ENCARNACION


Se inician las obras de construcción del convento de religiosas clarisas franciscanas en Mula el 19 de mayo de 1680, dándose por concluidas cinco años después. La fundación fue promovida por fray Pedro de Jesús (Pedro Botía Peñalver) en el año 1667, bajo patronazgo de D. Juan José de Austria.Se toma como ubicación, en la zona alta de la villa, la de una antigua ermita en honor a la primera patrona de esta ciudad, Ntra. Sra. de los Olmos, de la que se tiene constancia desde el año 1343.El nombramiento de primera abadesa a Sor Mariana de Santa Clara por parte del Ministro General de los franciscanos en España el 9 de mayo de 1677, hace que las primeras religiosas que ocupan el monasterio procedan de las Descalzas Reales de Trujillo.La categoría de Real viene dada desde su fundación, ya que su patrono D. Juan José de Austria indica explícitamente que a su muerte el patronato de dicho convento recaiga en la corona española, de este modo por real cédula del 28 de febrero de 1687 lo aceptará Carlos II.Las obras de ampliación y mejora de instalaciones en el monasterio son constantes adentrándose, con algunos paréntesis debidos a momentos de crisis económica, hasta la segunda mitad del siglo XVIII, cuando las añadiduras concluyen con la incorporación de una nueva ala aneja al edificio original, que correspondería a las dependencias para confesores y donados (encargados de recoger los donativos y limosnas para la clausura).Por otra parte la iglesia había permanecido con su estructura renacentista hasta que el 12 de agosto de 1700 se finaliza la ampliación de la zona del presbiterio, contratándose con el artista Fco. José del Castillo la ejecución de un retablo para el altar mayor en esa misma fecha, de cuyo proyecto queda constancia en descripción transcrita, pero del que sabemos se retrasaron las obras, aunque en 1717 ya se habían realizado obras en el exterior para la fachada y las gradas de subida al atrio. Lo sorprendente es que pocos años después (1721), se alerta por parte varios maestros alarifes del peligroso estado del templo y se procede a su demolición parcial inmediatamente, empezando por los coros alto y bajo.De la primitiva fábrica renacentista de la ermita de Santa María de los Olmos sólo queda la torre del campanario, de sólida arquitectura de sillares. En uno de sus muros se encuentra la inscripción que data su inicio en el mes de febrero de 1506, obra del maestro extremeño Francisco de Campos y Marco.El Real Monasterio de la Encarnación se halla íntimamente unido al hecho de la aparición de El Niño de Mula al pastor Pedro Botía. Fray Pedro de Jesús (Pedro Botía Peñalver) fue el promotor de la fundación del Monasterio en 1667.Una vez asentado en la corte, como consejero del hermanastro de Carlos II, don Juan José de Austria, el ya lego franciscano Pedro de Jesús hizo todo lo posible por lograr la fundación en su villa natal del convento. Como ya había otro de su orden, levantado en el siglo XVI, optó por que el nuevo templo fuese de las hijas de Santa Clara de Asís.En cuanto a personas relacionadas con lo que es propiamente la construcción del Monasterio, cabe destacar a Francisco de Campos y Marco, extremeño y maestro de obras de la torre-campanario de la antigua ermita de Ntra. Sra. de los Olmos, actualmente sustituida por el Monasterio de La Encarnación.El monasterio cuenta con dos espacios claramente diferenciados: el convento y la iglesia; quedando ambos enlazados a través de la torre-campanario renacentista.El convento se encontraba dividido en dos secciones en origen, separadas por el antiguo Camino Real que atravesaba la ciudad de Mula en dirección a Caravaca, actualmente la calle de las Monjas. La parte norte, que actualmente cuenta con el acceso desde el gran patio de acogida o explanada a través de un sencillo pórtico, se desarrolla en torno al claustro, que es el elemento arquitectónico más destacable de la clausura, aquí se ubicaron las habitaciones nobles, refectorio, enfermería, celdas monacales, etc. Este ala enlaza con la iglesia a través de la torre que da acceso al coro bajo, donde también se localizaba la desaparecida cratícula, por la que las religiosas podían acceder al templo.
Durante el siglo XVIII se cerró el patio de acogida con una portada de piedra en forma de arco (1754) y se construyeron, adosadas en el lateral sur, las dependencias de la hospedería y la llamada “Casa de los Donados”, lo que denominan las religiosas actuales como salas de las “mandaderas”. La iglesia se encuentra en la parte más alta del conjunto monacal, contando, por lo irregular del terreno en la falda del monte, con un desnivel pronunciado en relación al resto, por lo que se erige sobre un basamento tronco-piramidal de sillería que lo nivela.Al templo se accede por la portada decorada con pilastras jónicas cajeadas sobre la que se abre la hornacina con la imagen en piedra de la Virgen de la Encarnación, que corresponde al último tramo de las capillas de la nave de la epístola, a la que se llega por una gran escalera en la fachada lateral desde el patio de acogida.La planta actual es de cruz latina de tres naves, cubierta la central con bóveda de cañón con lunetos y las laterales con bóvedas de arista. El crucero tiene cúpula semiesférica ochavada rematada en lucernario sobre tambor y pechinas. El presbiterio con camarín, tiene el acceso a la sacristía en su lado izquierdo, siendo realizados ámbos en 1737. A los pies del templo se ubican los coros, bajo y alto, como es habitual en las iglesias conventuales, cerrados por rejería.La decoración interior está realizada a base de yeserías y esgrafiados de los arcos, pechinas y arquitrabes, en el estilo barroco característico de la zona.

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